Mar

Después de un viaje en lancha por un río cristalino terminamos en una playa de la cuál había que salir antes de que se hiciera de noche. 

Nos entretuvimos (no se con quiénes, mis acompañantes eran solo sombras, casi imposible distinguir sus caras) y comenzó a anochecer. El cielo comenzó a tornarse rosa, celeste, y un poco gris. Las nubes mostraron esos atardeceres de fotos de libros.

Me detuve un instante a mirar el cielo. En ese segundo, una especie de delfín, grande, casi gigante para su especie, a contraluz de las nubes rosas, sale suavemente del mar sin hacer ni un sonido y vuela lentamente a 50 cuadros por segundo por sobre mi ángulo de visión. Sólo veo un contorno gris oscuro recortándose sobre un cielo maravilloso, que pasa en cámara lenta. Me da tiempo de pensar si eso es un delfín o en que isla estoy y que bicho raro es ese. Se esconde nuevamente en el agua sin salpicar ni una gota ni hacer un sólo ruido. 

Algo,probablamente el delfín,  me produce una especie de éxtasis, que hace que caiga rendida en la arena y cierre los ojos como para dormir, justo después de la visión. Unos segundos así y mi mente me dice que tengo que seguir adelante antes de que anochezca. Me levanto suavamente. Hay que hacer algo para o dormir en la isla o salir de allí.